Supergirl: La Mujer del Mañana #3
«Capítulo tres: Modesta, tranquila y silenciosa»
Guionista: Tom King. Dibujante: Bilquis Evely. Portada: Bilquis Evely y Matheus Lopes. Portada alternativa: David Mack
¡El viaje de Supergirl por el cosmos continúa! Su búsqueda para llevar al asesino Krem ante la justicia la lleva a ella y al joven alienígena a su cargo a un pequeño planeta, donde descubren que todavía hay mentes muy estrechas, incluso en los confines de la galaxia. La fría bienvenida que los lugareños dan a la Mujer de Acero la hace sospechar lo suficiente como para ir en busca de los secretos que quieren mantener ocultos, y lo que descubre es nada menos que espantoso. ¿Podrán ella y Ruthye salir con vida del planeta ahora que estos pecados mortales han sido expuestos?
Historia
Kara y Ruthye siguen a Krem hasta el planeta Coronn en la aldea de Maypole, donde nada es lo que parece. Maypole es un planeta habitado por personas azules prejuiciosas que parecen ocultar un horrible secreto.
Ella habla con un agente de policía sobre el paradero de Krem, quien creen que ha estado allí. El agente de policía no coopera y afirma que no conoce a la persona sobre la que le preguntan.
Kara va entonces a buscar una habitación en la posada y, por el camino, se da cuenta de que otros habitantes del pueblo se muestran distantes y extraños en relación con el color púrpura.
Al día siguiente, continúan su búsqueda de Krem, pero no encuentran nada.
Esa noche, las dos sufren una emboscada y unos hombres armados les disparan mientras duermen.
Tras sobrevivir gracias a que Supergirl recupera su invulnerabilidad al volver a estar bajo un sol amarillo, la pareja detiene a los atacantes y acude al alcalde en busca de respuestas. Éste no dice nada y Supergirl se enfada levantando su escritorio. Al no obtener lo que quieren, se marchan del despacho.
En un parque Supergirl le dice a Ruthye que se monte a caballito e irán volando en lugar de usar el transporte espacial.
Kara se adentra en el desierto, donde se encuentra con los restos de una ciudad llamada Purpletown, junto con los restos de quienes vivían allí.
De vuelta en la ciudad, Supergirl irrumpe en el despacho de la policía, donde dos agentes hablan del incidente de Kara con el alcalde. Supergirl se avalanza sobre uno y éste dispara contra ella, pero como Supergirl ha recuperado sus poderes, las balas le rebotan.
Nos enteramos de que había dos tipos de personas que vivían en Maypole: los morados y los azules. Los azules eran los más ricos y consideraban que los morados eran menos y los trataban de forma injusta. Los azules obligaron a los morados a vivir en viviendas de mala calidad situadas en las afueras de Maypole, en un pequeño pueblo llamado Purpletown.
Así estaban las cosas cuando llegaron un grupo conocido como Los Brigadistas. Los Brigadistas eran un grupo de hombres que disfrutaban de la matanza de otros e iban de planeta en planeta disfrutándolo. Como matar puede ser costoso, ofrecieron una salida. Aceptaron la remumeración pasando por alto una ciudad y traslandándose a otra. El precio de esta misericordia fue alto. Cuando los Brigadistas llegaron a Maypole, no pudieron permitirse su salvación y se enfrentaron así a un terror indescriptible. Krem sugirió que Los Brigadistas mataran a los morados para compensar la diferencia. Entonces, los asesinos liberan a Krem y lo reclutan.
Ruthye y Supergirl se sientan tristes y reflexionan sobre el mal que existe en el mundo…
Supergirl: La Mujer del Mañana #3
Opinión

La justicia no siempre gana, y esa es la dura verdad que Ruthye empieza a comprender en su viaje junto a Supergirl.
En este número, Tom King va un paso más allá al mostrar que el hombre al que persiguen es aún más cruel de lo que imaginaban. Ruthye vuelve a enfrentarse a la maldad disfrazada de normalidad en un pequeño pueblo cargado de secretos, y se pregunta si su búsqueda de venganza bastará para equilibrar toda la sangre que ha derramado Krem.
King ya demostró en Superman: Up in the Sky su habilidad para contar historias llenas de esperanza en medio de circunstancias devastadoras, y usar a Ruthye como ancla emocional funciona de maravilla. Para ella, Supergirl es un ser extraordinario, poderoso y ajeno, pero también alguien profundamente humano. Sin embargo, su propia ingenuidad no le permite ver que, a veces, ni siquiera los héroes más nobles pueden impedir que los villanos se salgan con la suya.
Aunque Ruthye también enfrenta oscuridad, lo hace desde la inocencia, viendo cómo su sentido de justicia se tambalea poco a poco. Hay una clara sensación de caída, pero también de crecimiento: este número marca uno de esos momentos difíciles que, intuyo, la harán resurgir más fuerte. Y me entusiasma ver hasta dónde la llevará este viaje antes de alcanzar su propia luz al final del túnel.
En el apartado visual, Bilquis Evely y Matheus Lopes vuelven a deslumbrar. Su trabajo conjunto es sencillamente magnífico, capaz de convertir lo cotidiano en algo épico. A pesar de que la historia transcurre en un pequeño pueblo, logran que Supergirl y Ruthye se vean diminutas frente al peso de los secretos del lugar. Evely brilla especialmente en las expresiones faciales: los habitantes de Maypole pasan de la amabilidad al resentimiento con una naturalidad inquietante, mientras Supergirl recibe miradas de sospecha y Ruthye observa todo con la mezcla de asombro y vulnerabilidad de alguien que aún se acostumbra a la enormidad del universo.
Las páginas a una sola viñeta son otro punto fuerte: desde las vistas de Maypole hasta la espectacular escena en la que Supergirl y Ruthye vuelan hacia las ruinas de Purpletown. Esa página, con Ruthye aferrada a Supergirl y las nubes pintadas con un detalle sublime, es una de las más memorables del número.
Pero si los grandes momentos visuales impresionan, los pequeños son los que le dan alma al cómic. El intento de asesinato nocturno está narrado con una intimidad sorprendente: Supergirl protege a Ruthye abrazándola mientras las viñetas se cierran sobre los ojos de la niña, que, entre miedo y alivio, se sabe a salvo. La ternura continúa cuando Supergirl le enseña cómo agarrarse al volar, casi como un padre enseñando a un hijo a jugar caballito. Ese contraste entre acción y calidez funciona de maravilla.
En cuanto al color, Matheus Lopes está en estado de gracia. Sus amarillos dan vida al pueblo, transmitiendo tanto tranquilidad como duplicidad, y los azules nocturnos generan una sensación acogedora pero extraña. La secuencia del atentado es un golpe visual impresionante: del azul inicial al estallido naranja del primer disparo, seguido de una explosión de amarillos y negros que intensifican el peligro y la urgencia. Es un trabajo magistral.
Por último, Clayton Cowles equilibra muy bien la narración en primera persona de la Ruthye del futuro. Sus recuadros se integran con naturalidad en los paneles, sin sobrecargar la página, aunque las primeras viñetas sí presentan una densidad de diálogos algo mayor. Aun así, el ritmo se estabiliza rápidamente.
En conjunto, este número es una pieza excelente: emotivo, visualmente deslumbrante y narrativamente afilado. King, Evely, Lopes y Cowles entregan un capítulo que profundiza en la desilusión, el crecimiento y la extraña belleza que se encuentra incluso en los rincones más oscuros del universo.
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