Supergirl: La Mujer del Mañana #4
«Capítulo cuatro: Moderación, resistencia y pasión»
Guionista: Tom King. Dibujante: Bilquis Evely. Portada: Bilquis Evely y Matheus Lopes. Portada alternativa: Rose Besch
Supergirl pone su mirada en los Brigadistas, un grupo de nómadas cobardes empeñados en matar a todo aquel que se cruce en su camino. Ahora debe seguir su rastro de destrucción para encontrar al fugitivo que se esconde entre ellos y que la empujó a emprender este viaje intergaláctico.
Historia
La historia comienza con Supergirl y Ruthye Marye Knoll en el planeta Parnatt, recogiendo a un bebé alienígena rosa que llora. Están rodeadas por una multitud de cadáveres en todas direcciones. Siguen el rastro de sangre de Krem de las Colinas Amarillas, un asesino en serie que mató al padre de Ruthye y miembro del grupo Barbond Brigands, una tribu que va de planeta en planeta en una serie de galaxias asesinando y torturando a civilizaciones enteras y robando sus tesoros por diversión. Se encuentran en un paisaje en llamas. El bebé que llora es el último parnatiano vivo.
Después de Parnatt, Supergirl y Ruthye siguen el rastro de sangre de Krem hasta una pequeña luna llamada Incolm que orbita el planeta Escalm en la galaxia Piattts. Allí se encuentran con un alienígena verde sin brazos ni piernas en una cama de cuidados intensivos de un hospital, que les explica la tortura y muerte de su mejor amigo Flarrgg cuando llegaron los Brigands. Él da una descripción detallada de Krem entre los que mataron a Flarrgg. Supergirl le ayuda a comer en su cama antes de marcharse.
En el planeta Tilluis, se encuentran con un pequeño y viejo duende alienígena que está cavando multitud de tumbas. Parece cansado y agotado y afirma que aún le quedan 120 tumbas por cavar. Explica que reconoció personalmente a los Brigands cuando llegaron y que no era la primera vez que saqueaban su planeta. Supergirl se ofrece a ayudar y cava las tumbas restantes en cuestión de 5 segundos con su supervelocidad. El alienígena muestra su más sincero agradecimiento con un apretón de manos y le otorga el nuevo título de Supergirl en su mundo, «vecina».
En el planeta Urrralann, Supergirl permite que un titán alienígena morado llamado Irasaan la golpee repetidamente. Ruthye explica que la cultura urrralanniana consiste en reprimir las emociones por miedo a las represalias de los demás por expresar el dolor. Supergirl permite que la criatura descargue su dolor en forma de violencia contra ella, antes de que la criatura rompa a llorar incapaz de contener sus emociones. Supergirl abraza al titán. Irasaan explica cómo toda su familia fue asesinada a manos de los Brigands mientras ella estaba desplegada en otra galaxia luchando contra los Pykkts. Irasaan regresó a casa y se encontró con las cenizas.
En el planeta Tyrrrcoomn, los dos atraviesan bosques de lava antes de acercarse a una ciudadela con una puerta dorada. Ruthye explica que estos alienígenas tienen cintas que grabaron la destrucción de los bandidos cuando pasaron. Supergirl no permite que Ruthye vea las cintas por temor a su contenido potencialmente gráfico y desea preservar su inocencia. Ruthye obedece a regañadientes. Supergirl sale de la ciudadela después de verlas, impresionada y incapaz de comprender los horrores. Ruthye no pregunta qué ha visto y Supergirl no se lo cuenta.
El siguiente mundo que visitan en el camino logra capturar a un miembro de los bandidos en medio de su masacre. Cuando le piden sus últimas palabras, el miembro de los bandidos afirma lo mucho que disfrutó torturando al pueblo Yallahh. Supergirl y Ruthye observan cómo los Yallahh apedrean al hombre hasta matarlo. Ruthye dice: «Pensé que lo salvarías». Supergirl responde: «¿De verdad?», con expresión inexpresiva y sin remordimientos.
En el planeta Ecvick, que tiene la reputación de ser uno de los mundos más bellos y pacíficos del universo, gobernado por monjes silenciosos que nunca han conocido la guerra, las dos solo encuentran restos humanos y sangre dentro de una colosal catedral que toca las nubes. La que una vez fue una ciudad preciosa está ahora en ruinas y envuelta en humo bajo una vibrante estrella amarilla. Supergirl vuela hasta la superficie de la estrella y grita.
En el último mundo de Nycilan, Ruthye se niega a explicar lo que han presenciado, «porque algunas historias son demasiado tristes para contarlas». No hay vida en el planeta. Las dos se sientan bajo las estrellas en un bosque de setas altas recién florecidas. Supergirl le explica a Ruthye que siente que en el siguiente mundo finalmente se encontrarán con Krem. Por miedo a su amiga, Supergirl le aconseja a Ruthye que no la acompañe al lugar donde se encuentran los Brigands. Ruthye se niega, afirmando que tiene derecho a vengarse. Supergirl está de acuerdo y las dos vuelan al siguiente planeta.
Supergirl: La Mujer del Mañana #4
Opinión

Este número funciona como una auténtica prueba de resistencia.
Fiel al estilo de Tom King, dedica un capítulo completo a mostrar la crudeza absoluta de la misión de sus protagonistas. Aquí se evidencia, sin rodeos, la estela de muerte y devastación que Krem ha dejado desde su liberación en el número 3. Ahora aliado con un grupo de bandidos, su rastro obliga a Supergirl y Ruthye a recorrer una galaxia arrasada, escuchando los testimonios de quienes han sobrevivido a la carnicería. El resultado es un número demoledor.
Sin embargo, pocas veces esta oscuridad se siente tan necesaria. La Superfamilia suele ser criticada por parecer invencible, como si nada los afectara, pero este capítulo recuerda que su verdadero desafío es cargar con la responsabilidad de evitar muertes que quizá podrían haber prevenido. King muestra ese peso a través de una Supergirl que encadena derrotas: tiene el poder para detener la masacre, pero nunca llega a tiempo para evitar que Krem y los suyos sigan cometiendo atrocidades. En cada planeta, lo único que encuentra son cadáveres y dolor.
Ruthye, por su parte, encarna el impacto humano de esa violencia. Huérfana y movida por el deseo de justicia, cree entender lo que enfrenta, pero Supergirl, convertida casi en su mentor, intenta protegerla de los horrores más explícitos. Esta tensión entre ambas enriquece la dinámica del relato y subraya que, aunque proceden de mundos distintos, comparten el mismo impulso: detener a Krem cueste lo que cueste.
El número también brilla por el espectacular trabajo artístico de Bilquis Evely y Matheus Lopes. Evely demuestra una vez más su dominio de la línea, la composición y la escala. Cada planeta ofrece una ambientación distinta: praderas repletas de tumbas, desolados peñascos rocosos, catedrales colosales manchadas de sangre, paisajes pantanosos llenos de detalles… En todos ellos, Evely muestra con naturalidad la velocidad de Supergirl, su fuerza desgarradora o incluso su vulnerabilidad cuando yace en la superficie de un sol, llorando.
Los colores de Lopes elevan cada escena. Con paletas pensadas para cada entorno, transmite emociones y atmósferas con precisión: el tinte rojo que envuelve la tragedia de Parnatt, los tonos terrosos de Tilluis que hablan de aceptación ante la muerte cotidiana, el estallido psicodélico de Urrralann al estilo Kirby, o los intensos naranjas que envuelven el grito de furia de Supergirl. Su uso del color no solo embellece, sino que refuerza los temas centrales del relato.
A esto se suma el sobresaliente trabajo de Clayton Cowles, uno de los rotulistas más sólidos del medio. La colocación de globos de diálogo guía la lectura sin interferir con el arte, y los efectos sonoros, como los contundentes CRACK durante la ejecución del bandido capturado, aportan un impacto adicional que potencia la narrativa visual. Su labor redondea la experiencia y convierte el número en una lectura especialmente memorable.
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