Superman ’78: The Metal Curtain #3
«Nuevos mundos» – Tercera parte
Guionista: Robert Venditti. Dibujante: Gavin Guidry. Portada: Gavin Guidry y Jordie Bellaire. Portadas variantes: Tom Reilly, Danny Earls y Nick Filardi
Superman se encuentra en mal estado tras la paliza que le propinó Metallo, pero hay preguntas que necesitan respuesta. ¿Cómo construyeron los rusos su traje y de dónde salió su kriptonita? Y cuando se trata de obtener respuestas, el Hombre de Acero sabe a quién acudir: ¡a la intrépida reportera Lois Lane!
Historia
Superman es rescatado tras su pelea con Metallo en el número anterior. Después de tener pesadillas se despierta en un destructor de la marina donde se encuentra cara a cara con el General Sam Lane. Tras una intensa conversación Superman vuela de vuelta a la Fortaleza donde encuentra a Lois dormida. Cuando se despierta le dice que ha conocido a su padre.
En algún lugar de la URSS, Metallo es reprendido por enfrentarse a Superman.
De vuelta al Daily Planet, un Clark Kent debilitado sigue teniendo visiones de su lucha con Metallo y su corazón de kriptonita.
En una reunión con Perry, Lois le dice que tiene una fuente que le ha hablado de un hombre volador con un traje blindado. Perry asume que su fuente es Superman. Pero no lo es.
Mientras tanto, alguien roba un ejemplar del Daily Planet a un vendedor de noticias. No es otro que Lex Luthor, que está muy enfadado con los rusos.
Superman '78: The Metal Curtain #3
Opinión
Al igual que otras entregas posteriores de su inspiración, Superman ’78: The Metal Curtain #3 parece carecer de un propósito claro al extender las consecuencias del primer encuentro de Superman con Metallo a lo largo de todo su tercer número.
Queda muy poco del villano de esta obra: un supersoldado soviético genéricamente furioso sin un motivo claro más allá de «derrotar a América» de una forma que hace que Ivan Drago parezca matizado.
La propia respuesta de Superman introduce nuevos personajes que principalmente hacen guiños a los lectores de cómics tras una rápida recuperación de esa batalla.
El ritmo de las secuencias pasadas en el baño o contemplando decisiones se dibuja a lo largo de múltiples páginas con poca justificación para el uso extensivo del espacio. Sólo en la última viñeta se produce un nuevo giro en la historia, y parece demasiado poco y demasiado tarde después de una narración tan descomprimida.
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