Superman Unchained #3
«Plegarias respondidas»
Escritor: Scott Snyder
Lápices: Jim Lee (Dustin Nguyen, «Epiílogo»)
Entintador: Scott Williams
Superman ha encontrado el secreto del Ejército de los EE.UU. o más concretamente, el secreto le ha encontrado a él. Pero con drones secuestrados haciendo pedazos Tokio, no hay mucho tiempo para el misterio… y menos con Lois Lane en el caso, así, lo que está en la oscuridad vendrá hacia la luz.
Resumen
Un nuevo prólogo nos acerca al mes de noviembre de 1938, con el mundo al borde de una guerra inminente y con militares y científicos desplegados en el desierto de Uthah, allí comtemplan cómo una gran bola de fuego cae a la tierra, la plegaria que Estados Unidos había lanzado al espacio acababa de obtener respuesta.
De vuelta al presente, las siguientes páginas retoman el hilo de lo narrado hasta ahora, Lois Lane a bordo de un avión cayendo en picado, Luthor fugándose de prisión, y por último, al hombre de acero en el desierto de Uthah con problemas para controlar su visión calorifica y en presencia del ser enorme que ha emergido del subsuelo y que ordena el alto el fuego a los militares comandados por el General Sam Lane, ya que Superman se encuentra derrotado.
El hombre de acero quiere respuestas por parte del padre de Lois e intenta luchar, pero es detenido por el gigantesco puño del extraño ser, enzarzándose ambos en una pelea en la cual gracias a sus rayos X, Superman descubre que la fisiología del ser es semejante a la suya, ambos acaban la lucha a varios kilómetros de allí en un lugar llamado Las Salinas, cuando abruptamente el ser le dice que le dará respuestas.
En Nueva Escocia, Lois Lane a los mandos del avión, en una maniobra de aterrizaje forzoso, destroza el tendido eléctrico de la zona para así poder ser localizados al quedarse sin luz la zona, mientras que el aeroplano cae al mar…
A 250 metros de profundidad en Las Salinas, vemos de nuevo como el enorme ser junto con el General Lane narra a Superman como en 1938 los militares estadounidenses lanzaron una ecuación matemática al espacio y como una nave espacial llegó a la tierra con él dentro la forma de respuesta a esa ecuación, su nombre es «Espíritu» y que aquel suceso fue el inicio de algo conocido desde entonces como «La Máquina»: un lugar a varios metros de profundidad donde él habitaríaa gracias al general Rudolph y al gabinete del presidente Rooselvet para investigar e implementar la tecnología que trajo consigo en su nave, por su parte el general Lane continúa diciendo que desde aquel momento se envió a Espíritu en misiones puntuales para garantizar la paz mundial, y que por eso él es el verdadero héroe y no el hombre de acero.
Repentinamente, unos militares entran apresurados a avisar al General Lane que el grupo terrorista «Ascensión» ha secuestrado aviones soviéticos y se dirigen a Japón, inmediatamente Superman y Espíritu salen volando a interceptar los aviones.
Por su parte Luthor, tras su huida, llega a las costas de Metrópolis, con una premisa muy sencilla: visitar a una persona muy especial y en Nueva escocia, con el avión de Lois sumergido en el mar y peleando por salir de él, vemos cómo los motores vuelven a funcionar emergiendo el aparato del agua, soprendidos al abrir la puerta del avión, vemos una figura humana que sostiene un cristal luminoso en sus manos…
Ya en Tokio, Superman y Espíritu esperan la llegada de los aviones de los terroristas, y Espíritu le dice al hombre de acero que siempre ha deseado luchar a su lado, pero que es una pena porque pronto tendrá que matarlo…
A modo de epílogo: Jimmy Olsen se está preparando para ir a por comida rápida, pero sus planes se van a ver alterados, Lex Luthor irrumpe en el apartamento con una frase que nos prepara para nuevas emociones: «Desde hace tiempo eres colega de Superman, ¿te apetece ser el mío?»
Opinión
Acción a raudales, este cómic te mantiene en vilo desde el primer segundo que cae en tus manos, los dibujos de Superman y Lois son sencillamente espectaculares, y a cada página vemos que la historia va aumentando en interés.. en resumen: lo mejor de Superman hoy por hoy; esperamos con ansia el número 4.
Nacho Rodríguez