Me he encontrado con un interesante artículo de los compañeros de Salón del Mal que trata sobre la polémica decisión de Superman de recharzar la ciudadanía estadounidense.
Tiendo a pasar de los relatos cortos que siempre acompañan números especiales en los cómics. Pero cuando se anunció que grandes nombres, como Damon Lindelof (Lost), pondrían de su parte en el Action Comics #900 de Superman, me di a la tarea de seguir pasando páginas luego del final a la larga saga “The Black Ring” escrita por el dudoso Paul Cornell. El relato de Lindelof, quien en el pasado demostró habilidad en las viñetas con su Ultimate Hulk vs Wolverine junto al dibujante Leinil Yu, es por mucho lo mejor del número. Pero, no obstante, quedó rezagado ante la polémica generada por otra historia que eclipsó la conclusión del mediocre Reing of Doomsday y el arco de Cornell: The Incident por David S. Goyer. El co-escritor de Batman Begins, The Dark Knight y la futura Man of Steel de Zack Snyder, presentó una historia que refleja la situación actual de Medio Oriente, que hizo que Kal-El renunciara a su ciudadanía estadounidense pues el mundo es mucho más que Estados Unidos, despertando las críticas entre los rednecks descerebrados. Ante este acto, con un rumbo y tono totalmente diferente al mediocre paso de Straczynski por el título de Superman, la internerd y los principales medios de comunicación americanos y mundiales, como The Guardian, The Washington Times o The Jersualem Post, pusieron el grito en el cielo. Este escrito no es para resaltar sus respuestas, las cuales pueden encontrar en Bleeding Cool, mis palabras solo están para reafirmar un pensamiento, que ya vamos tarde para asimilar, sobre los antiguos personajes de los comics usados en la propaganda. Cuando estudias la ciencia de las obviedades, entiéndase la comunicación, una bibliografía que nunca falta en el análisis del noveno arte es “Para Leer al Oato Donald” de Ariel Dorfman y Armand Mattelart. Dejando de lado la visión marxista que existe en el texto, lo que deduces de su lectura es solo una cosa: Los personajes de historieta son carretillas propagandísticas dirigidas a los niños y jóvenes. Una afirmación que es cierta… si viviésemos en el periodo de la segunda guerra mundial o la guerra fría. Cuando surgen las críticas facilistas y re utilizadas sólo a punta de prejuicios contra el Capitán América o Superman, dado el paso de los personajes por la propaganda, no hago más que comparar dichos comentarios con los de cualquier ultra conservador o fanático religioso. Decir que Steve Rogers o Clark Kent son símbolos del “imperialismo” en la actualidad es una idea retrograda que merece eutanasia. ¿Acaso no es, en este mismo territorio, donde se mueve tanto alboroto por la decisión de Superman sobre dejar de ser estadounidense?. La nueva historia de Action Comics #900 presenta una revisión del mejor concepto del personaje, aquello del Hombre del Mañana, trasladándolo a la situación cotidiana de las noticias humanas. Al día a día, a lo que está más allá de los enfrentamientos apocalípticos de los villanos de cómics de siempre. Muchos pueden hablar del contexto que usaron los cómics luego de los ataques terroristas al World Trade Center, pero ello no tiene cabida en el tema, pues es una respuesta natural a cualquier material producido en una época determinada: representar el contexto que se vive. Y aun cuando ese contexto está encerrado en un solo punto de vista, tiende a estar escrito en forma de crítica hacia el mismo. Historias como las de Goyer, o la simple postura de Steve Rogers durante Civil War, demuestran que, con la llegada del siglo XXI, los escritores han tenido la libertad de demostrar cómo estos personajes trascienden su propia nacionalidad y aunque sigan representando a dicho país, los valores que representan son los que siguen el ideal de una democracia dirigida a la libertad individual. Y es que no hablo desde la perspectiva política, el lugar sobre el que me sustento son los valores básicos para levantar toda sociedad. Con “The Incident” tocamos un tema que todos deben empezar a analizar: ya superamos el sentido añejo propagandístico en los cómics mainstream. Revisen la “polémica” historia de Goyer y se darán cuenta que, cuando se alejan de las criticas facilistas y se sustentan en el punto de vista de un lector habitual de cómics, encuentran que tanto alboroto, en su verdadera naturaleza, es una narración que usa de forma magistral el contexto mundial actual junto a una visión neutral y justa del personaje.
No es la primera vez que superman se siente "incomodo" con su ciudadania Estado Unidense. lo curioso es que nunca a recibido algun documento que lo acredite como ciudadano de USA, Clark Kent si, pero Superman no,y lo peor que al rato se les olvida a los escritores y en un par de años mas vamos a tener a Superman una vez mas molesto con ser ciudadano de USA, y diciendo que es ciudadano del mundo.