Action Comics #1083
«Fuerza mayor – Segunda parte»
Guionista: John Ridley. Dibujante: Inaki Miranda. Portada: Gleb Melnikov. Portadas alternativas: Yanick Paquette y Arif Piranto, Taurin Clarke, Ozgur Yildirim. Alternativa del Mes de la Historia Negra: Ryan Benjamin y Rain Beredo
¡El segundo capítulo de esta historia de verdad y esperanza! Mientras Clark Kent investiga qué llevó a Major Disaster a volver al crimen, comienza a descubrir una gran conspiración en la que están involucrados villanos que ya se habían reformado. Pero cuando el noble reportero se acerca demasiado a la verdad, se ve atacado… Ahora, solo una persona puede hacerse cargo de su investigación: ¡Superman!
Historia
Superman despierta en la Batcueva con cortes, moretones y apenas la mitad de sus poderes. Mientras se recupera, él y Batman analizan lo ocurrido: ¿cómo pudo un atacante aparentemente aleatorio herirlo de esa manera? Dado que Lex Luthor borró del mundo el conocimiento de su identidad secreta, es probable que el agresor no supiera que estaba atacando a Superman.
Batman propone otra posibilidad: tal vez el objetivo era Clark Kent, un periodista conocido por su cercana relación con el Hombre de Acero. Si el atacante llevaba un dispositivo capaz de disminuir los poderes de Superman, como un generador de radiación solar roja en miniatura, sería porque anticipaba una posible intervención del héroe. Muy pocas personas en el mundo podrían construir algo así, y Batman admite ser una de ellas. Sugiere recurrir a otros héroes, pero Superman insiste en investigar solo: lo atacaron por ser reportero, no por ser un superhéroe.
Recordando los sucesos previos, Superman piensa en su conversación con el jefe Kekoa tras la rueda de prensa. Allí se enteró de que la víctima del terremoto, Max Boykin, era un terapeuta dedicado a ayudar a supervillanos rehabilitados a reintegrarse en la sociedad. Aunque Major Disaster no era uno de sus pacientes, Atomic Skull sí lo había sido antes de recaer.
Con esa pista en mente, Clark abandona la Batcueva y visita la isla de Stryker para hablar con Skull. De inmediato percibe que el villano está profundamente deprimido: rehúsa usar su nombre real y exige que lo llamen solo por su alias, convencido de que no es más que un criminal de tercera. Clark intenta motivarlo, pero Skull se limita a culpar a su propia ingenuidad. Cuando Clark le pregunta qué quiso decir con “No lo entiendes” al ser arrestado, Skull responde que si Clark espera lograr algo mañana, entonces tampoco podrá comprenderlo. Finalmente, Clark lo interroga sobre Max Boykin.
Tras la visita, Clark llama a Lois para tranquilizarla y vuela hacia el sol para recuperar energía y sanar por completo. Luego vuelve a la Tierra como Superman y busca a Scorch. Le asegura que “Clark Kent” ha descubierto una conexión entre Atomic Skull, Max Boykin y Mighty Bruce. Explica que tanto Skull como Major Disaster parecen vacíos, como si les hubieran arrancado toda esperanza, y sospecha que Mighty Bruce está vinculado a una conspiración tecnológica que ha convertido a ambos en víctimas. Le pide ayuda para contactar a Major Disaster, ya que este se niega a hablar con nadie. Scorch, molesta, llama a Superman “un asco” y los teletransporta fuera.
Reaparecen en una dimensión paralela donde son recibidos por Bruno Mannheim. Superman lo agarra de inmediato, pero Scorch lo detiene: Mannheim, técnicamente, no está infringiendo ninguna ley. Entonces él explica su negocio: ha estado comprando telómeros, cadenas de ADN relacionadas con la longevidad, a exconvictos desesperados que Boykin reclutaba. Luego los implanta en clientes adinerados, prolongando así su vida. Ninguna ley regula aún este tipo de procedimiento, por lo que es legal. Sin embargo, quienes donan sus telómeros pierden esperanza de vida y caen en un estado de desesperación absoluta.
Para Superman, queda claro: Major Disaster probablemente mató a Boykin en un acto de represalia. Superman amenaza con detener a Mannheim, que huye teletransportándose y dejando a Scorch para enfrentarlo.
Scorch ataca con fuego mágico, pero Superman no responde con violencia. Le dice que sabe que ella trata de proteger a Major Disaster y que puede ayudar a ambos. También revela que descubrió que fue ella, no Mighty Bruce, quien atacó a Clark Kent, y que lo hizo para alejarlo de la historia, no para herirlo. Superman insiste en que aún puede rechazar la influencia de Booker. Cuando ella afirma que a él no le importan y que solo quiere ayudar para sentirse mejor consigo mismo, él le responde que no se trata de él, sino de ella.
Conmovida, Scorch utiliza sus poderes para bañarlo en luz solar amarilla, curándolo por completo, y lo teletransporta a la ubicación de Mannheim. Este convoca a un escuadrón de Intergang para matarlos, pero Superman los derrota con facilidad y declara que pondrá fin a su operación.
De pronto, un grupo de alienígenas desconocidos irrumpe desde el cielo, listos para atacar.
Notas
Según Bruno Mannheim, la dimensión paralela en la que se esconde se encuentra en algún lugar entre Shangri-La y la «primera estrella a la izquierda».
Opinión

Esta nueva saga adopta el enfoque de una investigación periodística que sigue a Clark Kent mientras intenta esclarecer un atraco a un banco frustrado, perpetrado por el aparentemente reformado Major Disaster. Tras entrevistar a varios villanos que habían intentado rehacer su vida inspirados por la esperanza de Superman, Clark es atacado. Ahora debe descubrir quién estuvo detrás de la agresión y por qué estos criminales han recaído en sus viejos hábitos.
Este es el segundo de los tres capítulos del arco, y resulta algo decepcionante. Ridley plantea ideas interesantes para una historia más madura de Superman, pero ninguna termina de desarrollarse. El arco podría haber sido una exploración sólida sobre la reforma penitenciaria y sobre los límites de la esperanza en un sistema moldeado por el complejo industrial carcelario. Sin embargo, la inclusión de elementos heroicos y fantásticos termina diluyendo ese mensaje.
El número intenta mantener el ritmo ágil del anterior, acompañando a Clark en su labor periodística, pero el resultado no cuaja: el misterio principal se resuelve en apenas un par de páginas y, además, no es Clark ni Superman quien lo descifra. También rompe la inmersión lo evidente que resulta que Clark es Superman; estos villanos pueden ser malvados, pero no son tontos.
En conjunto, la historia introduce temas sugerentes, pero ninguno aterriza con fuerza. Podría haberse construido un mensaje más sólido sobre la importancia de la terapia y la necesidad de reformar el sistema penitenciario, integrado en la idea de esperanza de Superman, pero se pierde entre decisiones narrativas confusas y poco afortunadas.
En cuanto al arte, este número resulta correcto, sin grandes picos ni caídas. Iñaki Miranda y Eva de la Cruz no firman un trabajo visualmente deslumbrante, pero tampoco uno difícil de digerir. Donde realmente destaca Miranda es en la composición de página: la disposición de las viñetas es ingeniosa y contribuye a que la narración fluya de forma natural. Lo único que desentona es el diseño de Clark, que en las primeras páginas se parece más a Bruce Wayne que a sí mismo. Aun así, aunque el estilo no sea el más memorable, el cómic es agradable a la vista y de lectura fácil. Además, siempre es interesante ver nuevas interpretaciones visuales del Hombre de Acero.
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